La verdad es que el momento ha llegado casi sin darme cuenta, como de puntillas. El lunes próximo inicio mi Camino Aragonés. Ha sido una espera tranquila, serena. Y aquí estoy, a punto de darle un nuevo giro a mi espiral. Porque voy con mi buen amigo Dani (no os confundáis, no es mi hijo). Sí, el mismo que me trajo a este sendero que tantas experiencias íntimas me ha proporcionado; el mismo Dani con el que hice aquel Camino tan duro en invierno con la peregrina idea de soltarme de su mano y empezar a recorrer el mio propio. Es así. Hace muchos años,en el 93, él me enseñó y descubrió el Camino de las Estrellas. Unos años después, junto con él y bajo un cielo estrellado como nunca he vuelto a ver, camino de Astorga a siete bajo cero, descubrí lo doloroso de la separación y comencé a experimentar mi propio Camino. Y ahora, 17 años después, compartimos juntos esta nueva experiencia, sin maestros ni discípulos, recorriendo una senda en la que cada uno es su propio maestro y discípulo a la vez. Llevo la vara que me regaló en mi primer camino, y que a fuerza de ser mi soporte y compañera en infinidad de vicisitudes y a través de los años, ha adquirido la serenidad y fortaleza de mi madurez.
Me llevo, también, a mucha gente, pero especialmente a Isa, Alex, Dani y Andrea (por orden de edad para que no haya ni primeros ni últimos). y me llevo, sobre todo, un pequeño cuaderno que será mi verdadero compañero de viaje, un bolígrafo que plasmará mis sensaciones y experiencias y, especialmente, un corazón y una mente totalmente abiertas, porque este viaje, amigos y amigas mias, es, ante todo, una llamada. Y tengo que descubrir qué me quiere decir.
Prometo volver y compartirlo con vosotras y vosotros.
buen camino, amigo
Aqui te esperamos, en el club de los contadores de historias.
Que disfrutes del camino…
Un abrazo