Te haces viejo de repente… Dice una canción de Celtas Cortos titulada «La Senda del Tiempo».
Demasiado tiempo alejado de este rincón, demasiado, en el que la vida me ha llevado dando algunos trompicones, por esa senda que, de vez en cuando, se convierte en camino de dolor, y que hace que te vuelvas viejo de repente.
Pero la vejez es también ancianidad, simbolo de experiencia, de humanidad, de sabiduría. Y aunque yo no me considero anciano todavía si que he tenido ocasión, estos últimos meses, de adquirir esa humanidad, esa sabiduría que te dan las experiencias vitales.
Porque cuando uno se acerca a la muerte (o la muerte se acerca a ti, que nunca se sabe quien se acerca a quien) y se vive el dolor de la pérdida, lo que haces es ganar en sabiduría. La muerte de un ser querido, la partida de un padre, puede ser una buena razón para repensarte la vida. Pararte a pensar, a sentir, a darte cuenta que, de repente, no tienes a nadie ya por delante tuyo. Y redescubres que tu familia, tus hijos, tu pareja, tus amigos… adquieren un valor incalculable.
Acompañar a alguien que se va, es una experiencia que puede ser (como decía una vez alguien sabio) el encuentro contigo mismo más importante o la experiencia más amarga de tu vida. Luego nos dicen que «hay que pasar página…», «que si hay que superarlo…» ¿Porqué hay que que hacer eso? Yo no quiero superarlo, porque eso sería como olvidar. Y yo no quiero olvidar. Yo quiero vivir con ello, asumirlo y seguir creciendo. Porque la muerte estará siempre ahi, no la puedes obviar, no la puedes superar. Hay que asumirla, porque asumiéndola, asumes el verdadero valor de la vida.
Porque eso es lo más importante que aprendes, que no hay que buscar entre los muertos a la vida. La vida está a tu alrededor, la vida está en torno a los que se han ido alli donde estén. La vida no esta en los cementerios o entre las cenizas, la vida está junto a ti, con los que te rodean y entorno al recuerdo de los que se han ido.
Queridas amigas y amigos, vuelvo a abrir este txoko. Brindemos por los que nos hemos quedado pero también por los que se han ido, porque seguramente ellos estarán, también, haciendo lo mismo por nosotros.
Txemita, yo también me niego a olvidar, a pasar página. Creo que cuando quienes se va son personas excepcionales, como es, afortunadamente, en nuestro caso, el lujo es seguir teniéndolas en forma de recuerdos, de anécdotas, de pequeños símbolos o gestos que les devuelven por pequeños momentos a la vida…
Sólo hay que olvidar lo malo, lo bueno, excepcional, estupendo hay que recordarlo a menudo… aunque a veces cause el pequeñito dolor de la pérdida.
Bienvuelto, apañero!!!