«Eran las 15h de su último día de trabajo. Lentamente, como recreándose, Pedro sacó su llavero con el manojo de llaves que le habían acompañado los últimos años y abrió la taquilla. Se quedó mirando en su interior, revisando los escasos objetos que le quedaban, y un remolino de experiencias recogidas a través de sus más de cuarenta años de vida laboral empezó a surgir de aquel hueco, en apariencia vacío.»
Asi podría empezar (y de hecho asi empieza) mi próximo relato, que espero haceros llegar en breve. Pero es mucho más que un relato. Es una experiencia de vida, es una transformación continua en mi proceso personal (laboral y vital), proceso que ahora llega a su final. Final, que no es sino el comienzo de una nueva etapa. Para mi se ha convertido en algo vital ese tránsito hacia un nuevo modelo de encarar la existencia, mi propia existencia. Lo primero, asumiendo que entro en la etapa final de mi vida (no os asusteis, jajaja), una realidad que muy pocos asumen cuando dejan de ser útiles… en el trabajo remunerado. Una etapa que todavía tiene mucho que aportarme y de la que desconozco su final, pero que estoy dispuesto a vivirla con la intensidad que se merece.
Para mi supone un reto, pero, sobre todo, una oportunidad para volver a encontrarme conmigo mismo, con las cosas y personas que a lo largo de mi vida me han ido aportando. Lo he dicho en un post anterior. Es la época de la cosecha. Pero también la de seguir sembrando. Con ilusión, con mucha energía. Llega el cambio, al que me tendré que adaptar. No solamente yo; también los que me rodean (y se que me quieren) tendrán que hacerlo. Porque es la hora de mi tiempo. El tiempo para mi, y como yo soy el dueño de ese tiempo es mi responsabilidad saber en qué lo voy a emplear.
Abrir esa taquilla supone para mi recoger todas mis experiencias, repasarlas, asimilarlas… y compartirlas. Todavía tengo mucho que aportar, mucho que expresar, mucho que compartir… Con mis seres queridos, con mis amigos y amigas. Y lo seguiré haciendo, desde otra óptica, desde la óptica de que ahora tengo que tener claro (más si cabe), lo imprescindible e importante, por encima de lo necesario. Porque lo que era necesario hasta ahora, ha dejado de serlo.
Alguien que me quiere y a quien le debo mucho de lo que soy, ha compartido conmigo hace poco un artículo de Catalina Hoffman – Fundadora de Vitalia que define muy bien esta nueva etapa tras la retirada de la vida laboral (no la vida activa): «estamos hablando de una cuestión en la que la actitud y la mentalidad con las que hacemos frente al paso del tiempo tienen mucho más peso que la edad que marca el DNI.
1. Cuida tu estado emocional. Es el pilar del bienestar, sobre todo a partir de los sesenta años. Lo primero que hay que hacer es cambiar el chip y empezar a pensar en uno mismo. Como lo lees, sin miedo ni remordimientos. Así que conecta contigo mismo y pregúntate qué te hace feliz.
2. Encuentra tu sitio. Al iniciar esta nueva etapa, muchas personas sienten que ya no tienen un rol definido en la sociedad y pierden el control de sus emociones. Se cierran en banda y no piensan que siguen siendo los mismos, que la única diferencia es que han cerrado un periodo y se inicia otro nuevo.
3. Ten una rutina. Mantener unos horarios es fundamental.
4. Actívate. El sedentarismo es sinónimo de inactividad, hay que huir de pasar demasiado tiempo sentado. Busca una actividad física que se adapte a tus capacidades y gustos. Tú mismo debes saber hasta dónde llegas, tienes que conocerte bien.
5. Márcate una meta. es algo tan sencillo como apuntar en ésta todo aquello que nos hace sentir vivos, ya sea en relación al entorno familiar, profesional o personal«.
En esas estoy ahora. Aqui sigo y seguiré mientras el cuerpo, la mente y mi espíritu aguanten. Y eso sí que depende solo de mi. Feliz 2020… y siguientes.
Deseo que en ese tiempo ancho hacia el que vas , te encuentres con más profundidad y vivas intensamente aquello que te da vida.
Una abrazo.
GRACIAS Txema, tus sabías palabras me reconforta, yo a pesar de que hace años me jubilé, siento que empiezo de nuevo, y a estas alturas de la vida, sigo buscando mi lugar, todo me suena y mucho mas en el día a día….. Me siento perdida e inestable, perdida en el camino…… Cómo Sísifo con su carga…gracias y que sigas viviendo tan lúcida y coherentemente. Un abrazo y buen 2020. LUISA. Igual nos vemos pronto por el Norte.