El radiador se dio cuenta de que la hora del Taller había llegado. La verdad es que, desde que le habían instalado en aquella sala estaba mucho más a gusto. Entraban varias personas que se ponían a escribir y luego leían sus relatos. El radiador, rememoraba todas aquellas historias y se sentía parte de ellas. Por eso, todos los viernes una hora antes de que llegaran, con todo el cariño se encendía para devolverles el calor que recibía de ellos.
Ya podia ya!!!
jejejeje…